Parece que se comienzan a extender los primeros comentarios que echan de menos o se extrañan de que el manual del juego de rol Postapocalyptica: Mundo Roto no tenga un mapa o mapas integrados de Los Territorios.
En el propio libro se explica la causa para esto, pero no está de más explicarlo aquí con más detalle y las aclaraciones que sean necesarias.
Postapocalyptica: Un universo lleno de dificultades.
El Mundo Roto es un lugar en su práctica totalidad deshabitado y abandonado. Pequeñas comunidades sobreviven como pueden en cualquier lugar imaginable, luchando por seguir vivas un día más.
Aparte de ellas, existen núcleos poblacionales errantes, como los nómadas o los forajidos, que se desplazan por Los Territorios para conseguir los recursos necesarios para su supervivencia, unos trabajando y otros arrancándolo de las manos muertas de los demás.
Con este panorama, nadie conocido ha viajado lo suficiente como para recorrer Los Territorios en su totalidad (y estos no son más que una fracción del Mundo Roto, pero eso es otra historia).
Los asentamientos conocen sus alrededores por pura necesidad y muy poco de más allá. Si tienen la suerte de contar con aliados en otros asentamientos se moverán entre ellos en las líneas más rectas posibles, nadie quiere alejarse demasiado de las sendas conocidas: corren muchas historias de viajeros que se fueron para nunca regresar.
Así que no es nada raro que los mapas de Los Territorios brillen por su ausencia. No existen, nadie los ha dibujado, nadie ha viajado lo suficiente, punto.

Ya sabes por qué no hay un mapa de Los Territorios
¿Significa esto que no existe ningún mapa? No. Muchos bibliotecarios, o sus ayudantes biblioexploradores en muchos casos, se han dedicado a recopilar una colección de mapas de lo que ellos y sus comunidades conocen.
Incluso es posible encontrar dibujos aproximados extraídos de conversaciones con visitantes o comerciantes, acostumbrados a recorrer largas distancias mucho más allá de casi cualquier habitante de una comunidad media.
En el mejor de los casos, estos mapas son aproximaciones poco exactas de la realidad que representan, con muchas inexactitudes y espacios en blanco ya sean de manera involuntaria o premeditada, pues nadie quiere revelar a un extraño insistente la localización de un depósito de tesoros del pasado del que puedan sacar provecho personal.
Un factor adicional para el problema de los mapas lo representa la propia naturaleza de la geografía en el Mundo Roto. Con las anomalías conocidas como Roturas apareciendo y desapareciendo de manera aleatoria nadie puede estar seguro de las distancias entre dos puntos ni si lo que vas a encontrar cuando llegues es lo mismo que había cuando lo descubriste en tu viaje de ida.
Por lo que un superviviente inquieto y con ganas de ver mundo debe apañárselas con lo poco que pueda extraer en su comunidad y tener claro que todo lo que va a ver a partir de un día o dos de camino será completamente nuevo para todos.
Esto es motivo suficiente para que la mayoría de media vuelta y regrese a sus quehaceres, pero a unos pocos valientes le estimula para lanzarse a la aventura. Estos son los verdaderos héroes del Mundo Roto en Postapocalyptica.
¿Quieres dibujar tú esos mapas?
Y por eso, casi desde que decidí que no iba a poner el mapa de Los Territorios en el libro (porque el mapa existe, pero solo lo conozco yo), estoy dándole vueltas a un idea desde hace tiempo: Que sea la comunidad de jugadores la que cartografíe su propia versión del Mundo Roto y entre todos conseguir crear un mapa lo más grande posible de territorios conocidos, pero eso dependerá de la respuesta que tenga el libro de juego de Postapocalyptica: Mundo Roto. Podría ser el inicio de algo parecido a la experiencia de «juego organizado» del que gozan otras ambientaciones como Pathfinder o Espada Negra, por ejemplo.

¿Qué dices superviviente, te animas a formar parte de aquellos que descubran todo lo que tienen escondido Los Territorios? Házmelo saber en los comentarios.
Pues yo me apunto a cartografiar… si el mundo roto me deja tiempo, claro…
Muy bien, el páramo necesita de intrépidos «mapeadores» para mostrar sus rincones más ocultos.